y cuando todo el mundo se iba y nos quedábamos los dos entre vasos vacíos y ceniceros sucios, qué hermoso era saber que estabas ahí como un remanso, sola conmigo al borde de la noche, y que durabas, eras más que el tiempo, eras la que no se iba porque una misma almohada y una misma tibieza iba a llamarnos otra vez a despertar al nuevo día, juntos, riendo, despeinados.
3 comentarios:
bien, hermana militante y comprometida
me debés charlas y guitarra
Y el flaco, sin duda, las sentía.
Muchos gorrita fácil hoy y discursos vacíos, frente a este ícono del hacer lo que piensa y vivir de su propia utopía.
Ahi vamos, no?
Saluditos, verdi.
Me gusto mucho tu blog, colega armoniquista! Estas invitada a pasar por el mio!
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