miércoles, 14 de abril de 2010

elegía~

Pequeña criatura (también me lo dice Neruda por un intermediario que me supo quemar las manos), tan-chiquita-casi-transparente, cintura afilada y sueños de carretera, igual que un fósforo su mismo fuego, cargo con el desgarro de saber que ya nada es lo que era, que no queda ya un Sèvres donde habitar en invierno, que de nada sirve preguntarme qué va a ser de mí, qué andarás haciendo. Y será, será que lo que hago está mal; que soy un poco lenta y a la vez corro a toda velocidad. Y será que abrí demasiadas puertas a los que vinieron del norte, que lloré a escondidas por las madres de mayo, que Buenos Aires 2001 fue también Montevideo cuando yo tenía diez años. O tal vez es que, en cambio, estoy tan lejos de conocerme que apago la luz por miedo a que venga Peter Pan, tal vez es que he pedido a gritos por tener la historia de Ana. O quizá... tendría que dejar de esperar que Recuerdo me pase cien días seguidos en algún país del norte, con cien personas distintas, en otro tiempo donde me conozca una suerte mejor.
Pero es abril y llueve, y lo que queda son nombres que no regresan, la idea completa que canta Has de saber, un no estarás sola que nunca (jamás) me besa.

sábado, 10 de abril de 2010

jilguero~

A la mejor coincidencia que elegí encontrar-

y después, qué. me dejás nomás con ojos, con fiebre, como si me hirvieran en la olla de olvidos donde las nenas entran a tu cuarto y al otro día desayunan en el banquito de tu cocina. con la lengua llena de palabras y los renglones vacíos, porque ni te pude escribir versos de los besos de chicle de menta y tabaco quemado. mezcla de sensaciones por todas partes, el olor nada más a vos y yo, cama que se sirve de nosotros, la puerta que te empuja justo al lado que no podés saltar. y después, mejor. nos bajamos a la calle en cinco cuerdas desafinadas, en tres acordecitos débiles que me cantan la justa sabiendo que no me doy cuenta. y después, nada. cambia y se aleja; mueren posibilidades. y todo se borra de un click. todo y todo. y vos. y no me sirve el valor, aunque en algún rincón de tu mundo quedó la luz, el día, el oro.

martes, 6 de abril de 2010

laberinto en cruz casual~

Y QUE POR UN AZAR QUE NO BUSCO COMPRENDER COINCIDE EXACTAMENTE CON TU BOCA QUE SONRÍE POR DEBAJO DE LA QUE MI MANO DIBUJA.
CAP. 7 RAYUELA. - J.C.

Me alegra creerme eso, que la vida puede ser una suma de casualidades que por azares que ignoro (y no quiero saber) se juntan en algún punto, se intersectan en alguna calle del mundo y resultan de ahí dos nombres que se quieren encontrar, y charlas apuradas y esperadas cuando empieza a dormirse la ciudad.
Me calma sentir esa seguridad de arena frente al mar, de tener atrás mío un arsenal de luces armadas dispuestas a batallar y ganar la guerra; sólo por el hecho de alcanzar ese cielo que no pide nada, la perfección que sabe cantar victoria
y dejarme un rato callada.