Pequeña criatura (también me lo dice Neruda por un intermediario que me supo quemar las manos), tan-chiquita-casi-transparente, cintura afilada y sueños de carretera, igual que un fósforo su mismo fuego, cargo con el desgarro de saber que ya nada es lo que era, que no queda ya un Sèvres donde habitar en invierno, que de nada sirve preguntarme qué va a ser de mí, qué andarás haciendo. Y será, será que lo que hago está mal; que soy un poco lenta y a la vez corro a toda velocidad. Y será que abrí demasiadas puertas a los que vinieron del norte, que lloré a escondidas por las madres de mayo, que Buenos Aires 2001 fue también Montevideo cuando yo tenía diez años. O tal vez es que, en cambio, estoy tan lejos de conocerme que apago la luz por miedo a que venga Peter Pan, tal vez es que he pedido a gritos por tener la historia de Ana. O quizá... tendría que dejar de esperar que Recuerdo me pase cien días seguidos en algún país del norte, con cien personas distintas, en otro tiempo donde me conozca una suerte mejor.
Pero es abril y llueve, y lo que queda son nombres que no regresan, la idea completa que canta Has de saber, un no estarás sola que nunca (jamás) me besa.
miércoles, 14 de abril de 2010
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3 comentarios:
ge nial.
fantástico.,
me hiciste acordar a "el tipo que canta" de alguna ocación.
oh! y cambiaste el poema, veo...
me encanta tu forma entreverada de escribir...
saludos!
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